¿De dónde vino el limbo?

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Cuando se trata de especulaciones sobre la vida del mundo por venir, debemos admitir que los que estamos vivos no conocemos los detalles de lo que sucede después de que morimos. Una vez dicho esto, estamos obligados a tejer en un todo integral los hilos teológicos que la iglesia nos adelanta con honestidad. Esto, en pocas palabras, es como llegamos al limbo (latín para borde o dobladillo). El limbo es un hilo teológico que trata de dar sentido a otros hilos que ya están en nuestro patrón cristiano relativo a la salvación.

La iglesia tiene mucho que decir acerca de la voluntad salvífica universal de Dios: que Dios ama tanto a todos, a todo el mundo, que Dios desea salvarlo en su totalidad. Esto no significa que todo el mundo se salvará; sólo que Dios desea este fin y ofrece la posibilidad de salvación para todos. Es, por tanto, incompatible con esto imaginar que algunas partes de la humanidad nunca tuvieron la oportunidad de luchar para ser salvos: los que vivieron en las generaciones anteriores a Jesús, o los que murieron antes del nacimiento o en la infancia. El "limbo de los Padres" y el "limbo de los infantes" provienen para estar al servicio de estas dos categorías de personas.

La discusión sobre el limbo resultó de una guerra de palabras entre Pelagio y Agustín en el siglo IV sobre el pecado original. Pelagio mantenía que el bautismo no era necesario para borrarlo y Agustín insistía enérgicamente en que sí lo era. El punto de vista de Agustín prevaleció y la posición de Pelagio fue consignada al reino de la herejía. Para ser coherente, Agustín estaba dispuesto a consignar a todos los bebés no bautizados al infierno; sin embargo, él suavizó su sufrimiento en el limbo ya que ellos no eran culpables de pecado personal.

Agustín habitaba el universo teológico blanco y negro de los maniqueos, que veían el bien y el mal, el cielo y el infierno, los ángeles y los demonios, como telón de fondo para todos los dramas humanos. Los teólogos medievales estaban incómodos con esta perspectiva despiadada y propusieron el limbo como una bondad pastoral. El limbo fue visto como un estado provisional de separación de Dios, provisional en cuanto a temporal y, por tanto, llegando a su fin en el final de los tiempos en el juicio final. Mientras tanto, los que están en el limbo disfrutan de un estado natural de la felicidad exclusiva de la presencia de Dios. Lo que ocurre al final del tiempo para los habitantes del limbo depende de Dios. Presumiblemente, los que optan por Jesucristo en esa hora final disfrutarán de solidaridad con la humanidad redimida. Después de todo, sólo hay una especie de redención, y es para siempre.

¿Está el limbo todavía en los libros? Dado que nunca se ha definido formalmente por la iglesia, nunca ha sido abolido formalmente.

Escrituras: Deuteronomio 30: 19-20; Mateo 10: 32-33; 1 Corintios 15: 20-58; 1 Tesalonicenses 4: 13-18; Apocalipsis 21: 1-8, 27

Libros: Visions of a Future: A Study of Christian Eschatology by Zachary Hayes (Collegeville, MN: Michael Glazier, 1989); Eschatology and Hope by Anthony Kelly (Maryknoll, NY: Orbis Books, 2006)


Reprinted with permission from PrepareTheWord.com. ©TrueQuest Communications.

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